Los vecinos se sienten «defraudados y quemados» por la enésima reforma del proyecto para la regeneración de la bahía; y van tres lustros...
19.10.09 -
JOSÉ ALFONSO PÉREZ LA UNIÓN/ La Verdad
19.10.09 -
JOSÉ ALFONSO PÉREZ LA UNIÓN/ La Verdad
A estas alturas, la tramitación administrativa y el acopio de documentación técnica que se ha generado en relación con el proyecto de regeneración de la bahía de Portmán bien podría ostentar un indecoroso récord de retrasos, incumplimientos y falta de consideración cívica y política a unos vecinos, los de esta pedanía unionense, que con tanta perseverancia -y paciencia- vienen reclamado la reparación del daño causado a su pueblo desde 1957.
Falta una semana para la reunión de la Comisión de Seguimiento del proyecto (26 de octubre), que lleva funcionando desde 2006. El portavoz de los colectivos vecinales, Ginés Guerrero, asegura que están «defraudados» después de que la diputada Sara García dijera el 30 de septiembre que el proyecto tenía que ser reformado para adaptarse a la nueva normativa de suelos contaminados. En sus declaraciones, prefiere ser prudente y esperar a las «respuestas oficiales» que dan los responsables ministeriales. Sin embargo, otros dirigentes vecinales, que expresamente pidieron guardar el anonimato «para no herir sensibilidades», apuestan por una «movilización contundente» si no hay una fecha de contratación de las obras, «en el convencimiento de que los contratiempos que alegan ahora son otra excusa más y otro ninguneo a Portmán».
Incumplimiento tras otro
Así como existe en el calendario una fecha histórica, la del 31 de marzo de 1990, en la que finalizaron los vertidos del lavadero Roberto al Mediterráneo después de 33 años, no se puede precisar con tanta exactitud qué día las administraciones públicas iniciaron formalmente el camino para intentar reparar, quizá, el más grande atentado ecológico de la historia contra el Mediterráneo europeo.
En todo caso, no parece que fuera antes del 14 de enero de 1994, cuando el Gobierno regional ordenó la elaboración de las Directrices de Ordenación Territorial de la Bahía de Portmán y de la Sierra Minera. Unos días después, el 28 de enero, se firmó el Protocolo de Cooperación entre la Secretaría de Estado para el Medio Ambiente y la Vivienda, cuya titular era Cristina Narbona. Este documento estipulaba «acometer, de forma conjunta, un programa de actuaciones para la recuperación ambiental del litoral de la Bahía de Portmán y la revitalización de la Sierra Minera». De hecho, el Ministerio se comprometía a «participar en la regeneración de la Playa y Bahía de Portmán». Incluso los Presupuestos Generales del Estado, ya incluían una partida para este fin. Cristina Narbona, que visitó la Región en marzo de 1995 y presentó el anteproyecto elaborado para la regeneración, dijo que las obras comenzarían ese mismo verano y que el siguiente vendría «a bañarse en la playa».
Desde entonces hasta ahora, se han sucedido promesas estudios, experimentos, reuniones a todos los niveles, acuerdos y miles de páginas y palabras en los medios de comunicación, con nulo resultado en lo que a los resignados vecinos de Portmán y La Unión les interesa. A saber, ver cómo las palas depositan en camiones las decenas de millones de toneladas de residuos mineros que colmataron la bahía.
La llegada al Gobierno del PP en la Región en mayo de 1995 supuso de facto la paralización de las Directrices y el Protocolo. Los populares defendieron la tesis de que Narbona «nunca tuvo un proyecto». Hubo que esperar hasta 1997, cuando el presidente del Puerto de Cartagena, Adrián Ángel Viudes, tuvo una idea, que se transformó en proyecto: ligar la regeneración de la bahía a la ampliación de la dársena de Escombreras, depositando los deshechos mineros en los nuevos diques. En 1999, la Dirección General de Medio Ambiente de la Unión Europea tumbó esta iniciativa por su «inviabilidad». A finales del 2002, Ayuntamiento, Comunidad y empresa ultimaban la firma de un convenio para definir el modelo turístico de la zona, pero nunca se efectuó. Por aquel entonces, el Ministerio trabajaba sobre la base de «tres anteproyectos alternativos».
¿Acuerdo definitivo?
Y en enero de 2006 llegó por fin el acuerdo que parecía definitivo. Narbona, ahora como ministra, Valcárcel y elentonces alcalde, Manuel Sanes, firmaron otro compromiso. Narbona volvió a dar una previsión: «Las obras podrían ser contratadas a finales de año», aseguró. Después vino un concurso de ideas, un experimento que todavía sigue en la propia bahía y muchas reuniones.
El alcalde dijo este verano que la próxima reunión de la Comisión debería conocer «la Evaluación de Impacto Ambiental y una fecha de licitación de obras dentro del primer semestre de 2010». Los antecedentes ponen en entredicho que, tras ese encuentro, pueda responderse la misma pregunta que los vecinos se hacen en los últimos lustros: «¿Para cuándo?».
Falta una semana para la reunión de la Comisión de Seguimiento del proyecto (26 de octubre), que lleva funcionando desde 2006. El portavoz de los colectivos vecinales, Ginés Guerrero, asegura que están «defraudados» después de que la diputada Sara García dijera el 30 de septiembre que el proyecto tenía que ser reformado para adaptarse a la nueva normativa de suelos contaminados. En sus declaraciones, prefiere ser prudente y esperar a las «respuestas oficiales» que dan los responsables ministeriales. Sin embargo, otros dirigentes vecinales, que expresamente pidieron guardar el anonimato «para no herir sensibilidades», apuestan por una «movilización contundente» si no hay una fecha de contratación de las obras, «en el convencimiento de que los contratiempos que alegan ahora son otra excusa más y otro ninguneo a Portmán».
Incumplimiento tras otro
Así como existe en el calendario una fecha histórica, la del 31 de marzo de 1990, en la que finalizaron los vertidos del lavadero Roberto al Mediterráneo después de 33 años, no se puede precisar con tanta exactitud qué día las administraciones públicas iniciaron formalmente el camino para intentar reparar, quizá, el más grande atentado ecológico de la historia contra el Mediterráneo europeo.
En todo caso, no parece que fuera antes del 14 de enero de 1994, cuando el Gobierno regional ordenó la elaboración de las Directrices de Ordenación Territorial de la Bahía de Portmán y de la Sierra Minera. Unos días después, el 28 de enero, se firmó el Protocolo de Cooperación entre la Secretaría de Estado para el Medio Ambiente y la Vivienda, cuya titular era Cristina Narbona. Este documento estipulaba «acometer, de forma conjunta, un programa de actuaciones para la recuperación ambiental del litoral de la Bahía de Portmán y la revitalización de la Sierra Minera». De hecho, el Ministerio se comprometía a «participar en la regeneración de la Playa y Bahía de Portmán». Incluso los Presupuestos Generales del Estado, ya incluían una partida para este fin. Cristina Narbona, que visitó la Región en marzo de 1995 y presentó el anteproyecto elaborado para la regeneración, dijo que las obras comenzarían ese mismo verano y que el siguiente vendría «a bañarse en la playa».
Desde entonces hasta ahora, se han sucedido promesas estudios, experimentos, reuniones a todos los niveles, acuerdos y miles de páginas y palabras en los medios de comunicación, con nulo resultado en lo que a los resignados vecinos de Portmán y La Unión les interesa. A saber, ver cómo las palas depositan en camiones las decenas de millones de toneladas de residuos mineros que colmataron la bahía.
La llegada al Gobierno del PP en la Región en mayo de 1995 supuso de facto la paralización de las Directrices y el Protocolo. Los populares defendieron la tesis de que Narbona «nunca tuvo un proyecto». Hubo que esperar hasta 1997, cuando el presidente del Puerto de Cartagena, Adrián Ángel Viudes, tuvo una idea, que se transformó en proyecto: ligar la regeneración de la bahía a la ampliación de la dársena de Escombreras, depositando los deshechos mineros en los nuevos diques. En 1999, la Dirección General de Medio Ambiente de la Unión Europea tumbó esta iniciativa por su «inviabilidad». A finales del 2002, Ayuntamiento, Comunidad y empresa ultimaban la firma de un convenio para definir el modelo turístico de la zona, pero nunca se efectuó. Por aquel entonces, el Ministerio trabajaba sobre la base de «tres anteproyectos alternativos».
¿Acuerdo definitivo?
Y en enero de 2006 llegó por fin el acuerdo que parecía definitivo. Narbona, ahora como ministra, Valcárcel y elentonces alcalde, Manuel Sanes, firmaron otro compromiso. Narbona volvió a dar una previsión: «Las obras podrían ser contratadas a finales de año», aseguró. Después vino un concurso de ideas, un experimento que todavía sigue en la propia bahía y muchas reuniones.
El alcalde dijo este verano que la próxima reunión de la Comisión debería conocer «la Evaluación de Impacto Ambiental y una fecha de licitación de obras dentro del primer semestre de 2010». Los antecedentes ponen en entredicho que, tras ese encuentro, pueda responderse la misma pregunta que los vecinos se hacen en los últimos lustros: «¿Para cuándo?».
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